jueves, 26 de junio de 2008

verdad, Verdades

Las mayúsculas son un invento increíble. Son el punto sobre
la i, la palabra silenciosa de una mirada, a veces son el
principio y otras el fin, son el pequeño esfuerzo que vale
la pena porque cambian el sentido de las cosas, las alteran,
les dan nombre, consistencia. Son todo sin ser nada. Una
mera letra grande o estirada.

Pero hoy quería hablar de la verdad y las verdades. Hace
muchos días que no escribo y el asunto está decayendo.
Cuando no hacemos algo, y "queremos" hacerlo, entre el
poder y el querer sólo caben las excusas. O las excusas
disfrazadas.

No creo en la verdad como algo fijo e inamovible, y menos
aún en algo que está en posesión de nadie. Incluso si obser-
vamos las cosas más sencillas, todas tienen tantas pers-
pectivas como personas las observen. La mayoría no hace
la verdad, sólo transforma las ideas en consensos. Creo
que todas y todos podemos aportar una parte de razón
a lo que es, esa es la única verdad que reconozco, una
suma de pequeñas verdades.

El caso más contradictorio con esta teoría que se me ocurre
son los crímenes de guerra y los genocidios. Otro día debería
hablar sobre ellos, pero baste decir hoy que no estoy a favor
ni me agradan. Pero reconozco que pueda existir una persona
para la cual cometerlos no sea una aberración.

Como grupo al consenso se llega en beneficio de la mayoría,
pero lo que hoy son verdades, o lo que ayer fueron, puede
que en otro momento fuesen aberraciones.

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